Autor y persona desconocida |
¿Nada nuevo bajo el sol?. Parece que también por aquí las actividades deportivas (particularmente el fútbol y los gimnasios) y el ánimo de simular modelos corporales de la masculinidad atlética son las que estimulan y pretenden los hombres llevar a la práctica. A esto se suma el alejamiento, también como en otros lugares, de prendas de vestir consideradas de mujeres y de actividades físicas identificadas como femeninas; esto es: bailes, aerobic y otros similares. Una matización en relación a las ropas, me lleva a recordar que en Carnavales aumenta el número de canarios-hombres que optan por diversificar su imágen pública. Cuánto niño, hombrecito y hombrezote eligiendo prendas que no se permite el resto del año, supongo que por considerarlas de mujer o temiendo una represión desagradable. ¿Tal vez continúe usándolas alguno en la intimidad?. Pocas mujeres, sin embargo, luciendo un bigote postizo y prendas que puedan ser consideradas en estos tiempos como sólo para hombres.
Estoy entre los que se encaprichan con llevar falda, o pantalones que parecen faldas, alguna vez en el año (y no todos los años). Y lo hago por apetencia, para experimentar cómo me siento. También para provocar. Mi ánimo, siempre, es disociar este gesto del "permiso social" que otorga del Carnaval.
Volviendo a los paisajes canarios, es fácil darse cuenta que las playas son lugar de ocio, diversión y relax, espacio para mostrarse con más o menos artificio. La actuación tan consciente de la mirada social es algo que las mujeres conocen por habérseles exigido códigos estéticos muy estrictos, pero también es representación a la que nos estamos incorporando los hombres (los fibrados de gym y aquellos que entramos en ligeros cuidados corporales).
Avanza la generalización de los hombres sin pelo corporal. Es la muestra de cómo vamos tragando y asumiendo los argumentos que explican la depilación sistemática a la que se someten las mujeres. Ellos dicen: lo hago por las actividades físicas, es mejor para los masajes, me veo mejor, no sé por qué....
Las preferencias estéticas y algunos valores corporales, convertidos en marcas de distinción compartidas, promovidas y difundidas por algunas personas, medios de comunicación y por el comercio, ya son expectativas que corren en las calles (prácticas y sanciones en forma de trofeo o represión). ¿Explica esto que haya pedido en almacenes, que no son El Corte Francés, una talla 6 de una marca de bañador y haya escuchado que sólo tienen hasta la talla 5?. Datado en junio de 2012.
Cierro esta entrada invitándoles a que descubran cómo los hombres vivimos dificultades intensas, con alto coste personal, en relación a la autoimagen y vivencia del cuerpo. En los extremos dolorosos de estas dificultades, que conozco de cerca, la psicología identifica las vivencias que algunos hombres tienen de procesos que han dado en llamar dismorfofobia o trastorno dismórfico corporal y vigorexia. Palabrejas que reflejan realidades también masculinas y que puedes sumar a lo vivido por otros hombres en forma de trastornos de la alimentación, como la anorexia y la bulimia; así como el uso-abuso de sustancias para modificar la estructura y funciones corporales.
Habrá quien diga que esto último son evidencias tristes de la asunción de expectativas corporales que han venido exclavizando a las mujeres hace mucho tiempo. También habrá quien sostenga que la problematización del cuerpo que vivimos algunos hombres representa, paradójicamente, oportunidad de exploración y cuestionamiento social.
En las alturas coloqué una foto de un hombre que mira dentro de sus pantalones. Se me escapó hablar del paquete, del Pene. Lo sacamos en próxima entrada, que conviene airearlo con el calor del verano.
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